sábado, 5 de septiembre de 2009

Las pequeñas cosas.


Caminando, caminando perdida entre las paredes cuadradas de mi propio pensamiento...
La actividad siempre fue buena aliada en la creación pero ahora simplemente es un camino retórico... Mi cuerpo inactivo, mis ojos del papel a otros ojos, ojos dormidos, ajenos a todo mal, ajenos al mundo fuera del aquí y del ahora, del bienestar del propio momento... Todo es bueno, todo es dulce, todo es para mí y por mí, aquí y ahora, y olvidadas quedaron las crisis que tal vez, alguna vez, asomaron a mis sueños, nublándolos, haciéndome llorar...
Placentera vida, feliz pequeño existir que dormita acunado por el vuelo de las hadas que no dudaron, ni un grano de mostaza siquiera, en rociar de arena sus grandes y luminarios ojos...
Feliz, tranquilo... Desconocedor de los pensamientos de quién le observa, de quién sonríe escribiendo en un papel sus reflexiones, mientras ve subir y bajar como las olas del océano su frágil y diminuto abdomen... Alguien dijo que aún conservaban la respiración abdominal... Eso, como conservan aún también tantas otras cosas, aún no corruptos... Dulces ángeles, sonrisas que repiquetean en el corazón... Toda nuestra esperanza es vuestra...

Y me centro en el papel.- "¡Sí, por Dios, céntrate en el papel!", oigo...¿He sido yo misma o eres tú que me lees? No lo sé, pero centrémonos en el papel pues tratará de explicar, de dar un sentido a este paso que he dado, sin salir de la cuadrada habitación de acolchadas paredes amortiguadoras del ruido y de explicar el por qué... El por qué de éste hecho aquí y en esta forma... Yo, que ni tiempo tengo más que para que me falte el tiempo...

A veces son muchas las tribulaciones que exaltan el alma, a veces son muchos los sentimientos, a veces y siendo hermosamente simples, una voz clama por salir en momento inoportuno, cuando no hay nadie escuchando (que no dispuesto a escuchar... Son cosas distintas, lo sabes...)
A veces sentimos la necesidad, simplemente, de inundar de poesía (¡Ponga un poco de poesía en su vida, señora!, dijo el tendero) lo que nos envuelve, lo que nos acaece... No suelen ser muchas las oportunidades para hacerlo, salvo, claro está, en alguna misiva que vuela lejana a lugares dónde quién iba a decirme que escondería un pedazo de corazón...
El mundo actual parece estar reñido con esa poesía de y a las pequeñas cosas... Pequeñas cosas más importantes que el más alto y admirado edificio de la más vanguardista ciudad, que la más inmensa fortuna atesorada bajo las arenas de un desconocido desierto en la más selecta entidad bancaria...
El aleteo de una mariposa capaz de cambiar el decurso del mundo, el tintineo infinitamente inalcanzable de esa estrella contemplada noche tras noche en las horas de vigilia, el titánico e inconcebible viaje de una piedra desde su nacimiento en la alta cumbre hasta alcanzar la orilla del mar, la bendita gota de lluvia que purifica el espíritu y que nadie sabe de qué lugar lejano provino antes de posarse sobre nuestra mano...
Pequeñas cosas...
Insignificantes...
Inmensamente colosales...
Ese es el significado, ese el sentido...
Dar rienda suelta a las pequeñas cosas que solo el privilegio de no ser autómata favorece... Del resistirse a ser autómata...
Por ello estas líneas, por ello este espacio, que poco o nada importa que sea compartido, poco o nada importa que sea o no locura, poco o nada que no tenga valor material, mucho que beba del movimiento lento en apariencia de los astros... que se impregne de la magia de la ensoñación... que se diluya en la irrealidad de la ficción de la por siempre jamás admiradísima inmadurez de los sueños...
El significado, el sentido, del resistirse a abandonar Nunca Jamás para calzarse el maletín de la vida esperable y deseable, de los proyectos serios, de los hombres que habitan asteroides de la realidad en un viaje que se inició, siempre, SIEMPRE, aprovechando una migración de aves salvajes...

Bienvenid@ a Las pequeñas cosas.

1 comentario:

Anacronista dijo...

Toc, toc, toc…
“A veces son muchas las tribulaciones que exaltan el alma…” Yo creo que las mías suelen ir a parar al aire o a una ventana del bus mientras voy de camino a casa… Pocas veces logro plasmarlas en una hoja. Lo que sale luego es… un eco. Un eco de aquellas tribulaciones.
Y aquellas pequeñas cosas, diría Serrat, que nos hacen llorar cuando nadie nos ve. También diría yo que hay otras pequeñas cosas, algunos príncipes ranitas, que nos hacen llorar aunque luego no serán tan pequeños…
Para algunos parecerían trivialidades… Trivialidades de un mundo frívolo. Una noche mágica de risas que para muchos será tiempo perdido para otros será un recuerdo que nos ayudará a seguir y nos hará soltar más de alguna sonrisa.

Me gusta esa luna allá en lo alto, me gusta que sigas siendo ‘palemoonbeam’ y más aún que te decidieras a compartir estas cosillas tan tuyas, esta parte de ti, con nosotros…
Un abrazo, mi angelito, que recorra todos estos kilómetros que intentan alejarnos… Sin mucho éxito.

Chau.