miércoles, 30 de septiembre de 2009

To sir, with love.

Me vino a la mente hoy esa canción... To sir, with love...
Quizá alguien la recuerde, quizá alguien no tanto de mi generación o posteriores sino de la de mis padres más bien...
Lo cierto es que nunca ocupó un lugar relevante en mi lista de canciones favoritas. Ni tan siquiera se asomó a ella.
Tampoco la película a la que sirvió de emblema, pero aquí está, e voilà, dando título en esta noche de creciente luna a esta entrada de mi mundo de pequeñas cosas... decidiendo reproducirse más abajo por si alguien sintiera nostalgia o simple curiosidad por saber cómo sonó...

Y hace ya tiempo que quería dedicar una reflexión al tema que nos ocupa y qué mejor que hacerlo hoy, alertada como fui ayer desde una marquesina de autobús:"30 de septiembre. Homenaje al Maestro."
Bien necesario en los tiempos que corren...

Y me pregunto dónde quedaron aquellos maestros a los que amamos en otro tiempo y a los que tanto tenemos que agradecer, aquellos a los que hoy recordamos con nostalgia y que hoy rescatamos también de los ríos de la memoria de entre muchos otros que se cruzaron en nuestro camino... A saber y en mi caso, como el de todos, seguro, con nombres y apellidos que no se llevó el devenir de los años: Mausi, quién supo motivarme como nadie y de quién adoraba su clase de mitología aquella tarde a la semana con la finalidad de que comprendiéramos mejor la poesía clásica (Última prueba con ella: El jardín de senderos que se bifurcan); Alfonso Alegre... lástima que nunca fuese mi profesor de lengua y literatura y debiera conformarme únicamente con su taller de creación literaria... La rosa cúbica... aún lo recuerdo...(Por cierto, el remover el mobiliario del ático de mi cerebro me ha hecho caer quizá en la cuenta, lejana cuenta ya, de que fue allí dónde conocí a una amiga ya perdida...); Pilar Benedicto, quién me enseñó los principios de la fascinante biología y a quién tuve el inmenso orgullo de devolver mi gratitud por unos días cuando el destino la trajo en compañía de su hermano a mi lugar de trabajo...; Adolfo norecuerdoqué (lo siento), con quién descubrí, entre tribus de arapesh y nyam y gracias a su especial metodología dejándonos que nosotros mismos nos puntuásemos en las evaluaciones, que la gran mayoría de personas no tienen el más mínimo reparo en dejar a un lado la
ética y la justicia si han de sacar algún beneficio personal de ello...; y por último, Isabel... retrocediendo aún más en el tiempo hasta mi primera etapa de primaria... Entrañable... Siempre vestida con falda y chaquetilla de punto en azul marino, como si de un uniforme se tratase, incluso en las clases de educación física...
¿Cómo imaginar a todos ellos hoy en día y su buen hacer cayendo víctimas, como tantos otros en el día a día de las aulas de este país, de la falta de respeto y las agresiones físicas o verbales de unos alumnos tan diferentes a los de otros tiempos? Resulta doloroso...¿Qué está fallando?¿Por qué?¿Por qué el mundo se comporta así en vez de sentirse agradecido?
Que la simple idea de que siempre habrá quién les recuerde y sienta gratitud por todo lo que un día pusieron de su parte en un aula, les restaure toda la grandeza de la heroica labor que a diario llevan a cabo en un intento, a veces contracorriente, de forjar ciudadanos que habrían de hacer del mundo un lugar mejor para todos...

viernes, 18 de septiembre de 2009

11.567 Km.

No importa si al noreste o al suroeste, dos direcciones de una misma línea recta...
No es mi casa; ni mi bandera. Sí el cielo de hoy sobre mi cabeza, cuando allá haría un par de horas, seguro, que habría amanecido... aunque nunca en ese mismo cielo...
No es mi patria, no la añoro, no me siento en unidad con quienes desde este norte la celebran... a no ser porque un pedazo (muy importante, muy profundo) de mí, permanecerá ya por siempre en aquel punto al otro lado de la línea recta, como lo hace mi pensamiento a diario, en el quilómetro 11.567... o en el 0... todo dependerá desde qué extremo miremos.... de si eres tú o yo quién está en el extremo mirando...
Gracias, gracias por mantener la ilusión cada día y hacerme perseguir referentes que me animan a sonreir con cosas tan simples como el etiquetado de los kiwis que compré hoy, como el camino intencionado de regreso a casa por delante de un local que con su letrero invitaba esta noche a probar "nuestra empanada y cola por nuestras fiestas patrias", como el ondear de una bandera al viento que aunque ajena y distante, me es tan próxima al corazón...
Gracias por estar ahí...

martes, 15 de septiembre de 2009

Cierra los ojos...

... para ver las cosas realmente importantes.

lunes, 14 de septiembre de 2009

El malo era yo.

No dejo de sorprenderme del cómo hemos permitido que la realidad supere una vez más a la ficción...
Me río de la madrastra de Cenicienta cuando veo en televisión la noticia de esa niña de seis años vagando por las calles de madrugada porque su madre la ha echado de casa; me río de la historia de la Bella y la Bestia y de su feliz y romántico final (inocente historia...¡Cómo no desarrollar un síndrome de Estocolmo!), cuando vuelvo a oir una réplica más o menos exacta de la del monstruo alemán y la niña secuestrada; dejo de reirme, por descontado (la irónica sonrisa se torna en mueca de horror e indignación) de los flirteos del lobo con Caperucita Roja, cuando asoman en televisión una vez más los nombres de Sandra, Marta, Maore... tantas otras... a las que inevitablemente hemos puesto apellido en la crónica negra...
Y lo demás parece insignificante frente a aquello...¿Qué es el malvado del día a día?¿Qué quién profana el contenido de la correspondencia ajena?¿Qué quién pone todo su afán y superioridad en tu contra para hacerte imposible el desarrollarte en tu lugar de trabajo?¿Qué quién trama, hurde y saborea la maldad de la alevosía haciendo daño expreso a los otros?
Malos de pacotilla... pero no por ello menos dignos de formar parte del equipo de villanos...
Niños que olvidaron ser niños y sin saber cuándo, perdieron el recuerdo de que una vez desearon ser Peter Pan y vencer a Garfio, desearon aparecer en el baile con el vestido de la Cenicienta dejando con la boca abierta a las envidiosas hermanastras, desearon que el lobo volviera a caer al río con la tripa repleta de piedras y que la bruja se quemara en el fuego siendo el astuto de Hansel en su jaula ofreciendo los huesos roídos en señal de su nulo engorde...
¿De verdad olvidaron todo eso?
Nadie quiso ser nunca el villano...
¿Por qué?¿Por qué entonces?¿Por qué hemos cambiado los papeles?¿Por qué despertamos ("...desperté de ser niño/nunca despiertes...")?¿Por qué pasamos al otro lado?¿Qué nos hizo dar ese paso?¿Fuimos conscientes de ello?¿Somos conscientes de ello?¿Fuimos culpables?¿Fue el ambiente?¿La educación?¿La sociedad?¿Nuestra propia mente?¿Nos arrepentimos?¿Creemos en la justicia divina?¿La tememos?
Lo que resulta indiscutible es que sin aquellos que un día dieron el paso (el mal paso) el mundo sería un lugar mejor para todos...
Por ello, no dejes de contribuir nunca, de contrarrestar, con el camino que has elegido... Tus pisadas son muy necesarias...

domingo, 13 de septiembre de 2009

Las horas perdidas (o 2x8=24).

Expertos en la materia aseguran categóricamente que la clave para afrontar con éxito el ritmo de vida actual sin caer en el estrés se halla en el 3x8:
8 horas al día de sueño, 8 horas al día de trabajo y 8 horas al día de tiempo libre para dedicar a aquello que nos apetezca...

Y digo yo:¿Dónde están mis esas ocho últimas horas? O mi día se reduce a las primeras 16 que se prolongan infinitamente más allá de las 24 o asumiré que las matemáticas nunca fueron mi fuerte... ni aún en cosas tan elementales...

viernes, 11 de septiembre de 2009

Recuerdo...

Recuerdo, que jamás debería haber existido...
Recuerdo de una agradable y prometedora tarde festiva en la que mientras todos dormían busqué la televisión por compañía tras el regreso del trabajo...
La sensación de vivir un episodio de la historia del mundo... un momento que NO PODÍA SER REAL, QUE NO PODÍA ESTAR SUCEDIENDO...

sábado, 5 de septiembre de 2009

Las pequeñas cosas.


Caminando, caminando perdida entre las paredes cuadradas de mi propio pensamiento...
La actividad siempre fue buena aliada en la creación pero ahora simplemente es un camino retórico... Mi cuerpo inactivo, mis ojos del papel a otros ojos, ojos dormidos, ajenos a todo mal, ajenos al mundo fuera del aquí y del ahora, del bienestar del propio momento... Todo es bueno, todo es dulce, todo es para mí y por mí, aquí y ahora, y olvidadas quedaron las crisis que tal vez, alguna vez, asomaron a mis sueños, nublándolos, haciéndome llorar...
Placentera vida, feliz pequeño existir que dormita acunado por el vuelo de las hadas que no dudaron, ni un grano de mostaza siquiera, en rociar de arena sus grandes y luminarios ojos...
Feliz, tranquilo... Desconocedor de los pensamientos de quién le observa, de quién sonríe escribiendo en un papel sus reflexiones, mientras ve subir y bajar como las olas del océano su frágil y diminuto abdomen... Alguien dijo que aún conservaban la respiración abdominal... Eso, como conservan aún también tantas otras cosas, aún no corruptos... Dulces ángeles, sonrisas que repiquetean en el corazón... Toda nuestra esperanza es vuestra...

Y me centro en el papel.- "¡Sí, por Dios, céntrate en el papel!", oigo...¿He sido yo misma o eres tú que me lees? No lo sé, pero centrémonos en el papel pues tratará de explicar, de dar un sentido a este paso que he dado, sin salir de la cuadrada habitación de acolchadas paredes amortiguadoras del ruido y de explicar el por qué... El por qué de éste hecho aquí y en esta forma... Yo, que ni tiempo tengo más que para que me falte el tiempo...

A veces son muchas las tribulaciones que exaltan el alma, a veces son muchos los sentimientos, a veces y siendo hermosamente simples, una voz clama por salir en momento inoportuno, cuando no hay nadie escuchando (que no dispuesto a escuchar... Son cosas distintas, lo sabes...)
A veces sentimos la necesidad, simplemente, de inundar de poesía (¡Ponga un poco de poesía en su vida, señora!, dijo el tendero) lo que nos envuelve, lo que nos acaece... No suelen ser muchas las oportunidades para hacerlo, salvo, claro está, en alguna misiva que vuela lejana a lugares dónde quién iba a decirme que escondería un pedazo de corazón...
El mundo actual parece estar reñido con esa poesía de y a las pequeñas cosas... Pequeñas cosas más importantes que el más alto y admirado edificio de la más vanguardista ciudad, que la más inmensa fortuna atesorada bajo las arenas de un desconocido desierto en la más selecta entidad bancaria...
El aleteo de una mariposa capaz de cambiar el decurso del mundo, el tintineo infinitamente inalcanzable de esa estrella contemplada noche tras noche en las horas de vigilia, el titánico e inconcebible viaje de una piedra desde su nacimiento en la alta cumbre hasta alcanzar la orilla del mar, la bendita gota de lluvia que purifica el espíritu y que nadie sabe de qué lugar lejano provino antes de posarse sobre nuestra mano...
Pequeñas cosas...
Insignificantes...
Inmensamente colosales...
Ese es el significado, ese el sentido...
Dar rienda suelta a las pequeñas cosas que solo el privilegio de no ser autómata favorece... Del resistirse a ser autómata...
Por ello estas líneas, por ello este espacio, que poco o nada importa que sea compartido, poco o nada importa que sea o no locura, poco o nada que no tenga valor material, mucho que beba del movimiento lento en apariencia de los astros... que se impregne de la magia de la ensoñación... que se diluya en la irrealidad de la ficción de la por siempre jamás admiradísima inmadurez de los sueños...
El significado, el sentido, del resistirse a abandonar Nunca Jamás para calzarse el maletín de la vida esperable y deseable, de los proyectos serios, de los hombres que habitan asteroides de la realidad en un viaje que se inició, siempre, SIEMPRE, aprovechando una migración de aves salvajes...

Bienvenid@ a Las pequeñas cosas.