sábado, 17 de julio de 2010

¡Vuélvete a casa, chico! Crónica de una realidad cualquiera.


Eres el centro de todas las miradas...¡Felicidades! Todos los ojos se vuelven hacia ti esta noche...No queda quién no advierta hoy tu presencia, quién te mire y aparte desentendido la vista... Eres hipnótico, se te ve, se te percibe... Se te compadece...
Te encorvas en tu sitio y entierras la cabeza entre las manos... Tus amigos te alientan con un "Olvídala, no vale la pena" y todo finalizaría en ese andén de metro tan dignamente, como si de una canción de amor despechado se tratara, si no fuera porque enseguida te sobreviene el vómito.
Algo de comida basura y líquido, mucho líquido (siento los detalles: deformación profesional). Y a aquel primero prosigue otro y después otro.
Tus amigos se apartan y justifican tu estado con un "Es que no saben beber" y entre el vómito y una mirada perdida que acredita tu ausencia de tu propia persona y dignidad, arriba el metro.
"-¡Eh!¡Que ya ha llegado!¡Venga!-grita alguien-¿Y la Vane?"
Alguien va a buscar a la Vane:"-¡Joder!¡Estaba allí, vomitando también!"
Tanto a ella como a ti os arrastran a través de las puertas del vagón antes de que se cierren .¡Qué sería de vosotros esta noche sin vuestros amigos! Te tambaleas en pie con la puerta a tus espaldas cuando los colegas te dejan ir del brazo y con la mirada cegada por el alcohol y el malestar, parece que te tienes en bipedestación pero las extremidades no responden y te dejas desplomar al suelo.
A partir de aquí tus amigos parecen prácticamente ignorarte en su conversación. A la Vane la han sentado en algún sitio y a ti te prestan atención puntual en sus ganas de fiesta mientras los vagones avanzan estación tras estación hacia la zona de ocio para esta noche de viernes.
En el viaje fui a sentarme frente a dos chicas botellón en mano pero serenas y de allí me arranca en unos minutos el que tus amigos pretendan sentarte en el único asiento libre de aquel grupo de cuatro.
Pareciera quizá mi reacción prejuicio, miedo, de una persona que ya por edad no simpatiza con vosotros... Más bien fue precaución: era de preveer que continuarías vomitando y efectivamente, al poco rato las chicas de la botella huyen de allí (una de ellas dirá luego, cuando tus amigos hagan por ligar con ellas a unas paradas del destino, que es modelo y es que todo es creíble para quién va bebido, sea oyente o conversante) tras otra gran bocanada de vómito que cubre el suelo del vagón y los asientos frente al tuyo instantes después de que te hayas sentado...
"-¡Tío!¡Que espantas así a las muchachas!", y con una bolsa de plástico colgada por alguien denigrantemente de una oreja (el asa te resbaló de la otra), te quedas aislado en tu pedazo de vagón, sudoroso, encorvado, la vista nublada, ausente, sin ser consciente de lo que acontece a tu alrededor mientras tu grupo se emplea en las relaciones sociales.
"-Avinguda Carrilet", anuncia la voz electrónica en el vagón.
¡Al fin! Interminables los minutos en que en tu abandono pienso que pareces al borde del coma (etílico o pastillero,¡a saber!) y que tus padres nada deben sospechar a estas horas de que su hijo acabará, en un momento u otro de la noche, haciendo alto en el servicio de urgencias del hospital más cercano.
Rondáis los dieciocho, no más...
Y las puertas se abren y entre "jajajas" y "jijijis" de tus amigos y las chicas de la botella, uno de ellos te toma de un brazo y con la poca ayuda de tus piernas grotescamente inútiles, con el pantalón mojado en el delantero (¡quién sabe si del mismo vómito o de orina!) y cayéndote hasta las rodillas por detrás, eres arrancado fuera del vagón, de dónde al fin sales de la vista de todos aquellos que proseguimos viaje.
Me pregunto qué van a hacer tus amigos contigo; si realmente creen factible continuar la fiesta arrastrando con ellos a alguien que debería más bien formalizar el ingreso en el servicio de urgencias y si a tus padres se les hará muy larga la espera hasta que mañana, a saber a qué hora, estés en condiciones de darles señales de vida...
Cuando el vagón sale de la estación aún alcanzamos a verte caer de bruces al suelo sin saber si serás capaz de levantarte, si serán capaces de volver a ponerte en pie esta noche...

Viernes 30 de abril de 2010,
al borde de la medianoche
en la L1 del metro de Barcelona.

1 comentario:

Anacronista dijo...

¡Estábamos hablando! ¡Lo recuerdo!
Pensé que ya no lo subirías, después del tiempo... Pero mira que sí lo has hecho. Me hace dar fe que no abandonarás el fic... ¿Yo dije eso? Nah, yo sé que aunque lo termines de aquí a años luz, lo harás igual.
Me paso por aquí ya que el correo no anda ni a patadas...
Y que sepas que la imagen que presentas es muy real, demasiado, quizá eso es lo malo de todo esto; Cotidiano... Lo peor es eso, que no me asombra.
¿Los extremos son malos? Quizá tengan razón en esa frase.