lunes, 14 de febrero de 2011

Era el ruiseñor, y no la alondra...


"¡Galopad aprisa, corceles de flamígeros pies, hacia la morada de Febo!¡Una áuriga semejante a Featón os fustigaría, lanzándoos al ocaso, y al punto traería la tenebrosa noche!...¡Extiende tu velo tupido, noche protectora del amor!...¡Apáguense los ojos que curiosean errantes, vuele Romeo a mis brazos, inadvertido y sin que se le vea!... Para celebrar sus ritos amorosos les basta a los amantes la luz de sus propios atractivos. Y como el amor es ciego, aviénese mejor con la noche..¡Ven, noche complaciente, plácida matrona, toda enlutada, y enséñame a perder un ganancial partido, jugado entre dos limpias virginidades! Reboza con tu manto de tinieblas la indómita sangre que arde en mis mejillas, hasta que el tímido amor, ya más osado, estime como pura ofrenda el verdadero afecto.¡Ven, noche!¡Ven, Romeo!¡Ven tú, dia en la noche, pues sobre las alas de la noche parecerás más blanco que la nieve recién posada sobre un cuervo!...¡Ven, noche gentil!...¡Ven, amorosa noche morena!...¡Dame mi Romeo!"

Romeo y Julieta
Escena II

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